sábado, diciembre 25

¿Sabes cómo empiezan los cuentos?...

Esta mañana me encontré con este mensaje en mi buzón de correo...Voy a cambiar el nombre pero creo que vale la pena compartirlo. Ojalá que quien lo remitió, entienda que hay cosas que no se pueden guardar para uno mismo.
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¿Sabes cómo empiezan los cuentos?...

Había una vez una niña llamada “Pepita Pérez“ (bueno, es mi amiga con la que comparto el apto en Bogotá. Ella es como un Buda con lipo, medita todo el tiempo, habla lo necesario y no precisamente por economía del lenguaje) Es solo, que cuando decide salir de su silencio sacude a cualquiera con sus comentarios o respuestas. Pero es una de mis personas favoritas. Retomando el cuento, ese día  interrumpió mis esporádicas  conversaciones  y paseos virtuales, solicitándome que la acompañara a un hipermercado “X” a comprar unas cervezas. Luego de haberlas comprado, me dirigí a la cocina a buscar el destapador con tan mala suerte que no había. Así que le dije a “Pepita“ y pues su cara de aburrimiento salió a flote y ante la imposibilidad de saciar su deseo etílico, se vio en la tarea de ingeniárselas como Macgyver. Cogió la botella de cerveza y se fue de chapa en chapa. Yo no hacía más que verla recorrer las puertas de  los cuartos, los baños y el de la cocina, y de nuevo hacía el mismo recorrido. No obstante, yo le decía que la destapara con cuidado para que no se fuera a lastimar. Luego de verla, ya me estaba mareando no de tomar sino de verla haciendo el mismo recorrido (imagínate yo mareada pero sobria, ¡que locura!) le manifesté entonces mi deseo de querer intentar destapar la cerveza, lo cual ella accedió. Yo que tomo el envase y me dirijo a la primera chapa ubicando el mejor ángulo de la tapa para que esta encaje…y como siempre Dios habla en cosas tan simples, pequeñas y obvias. Hay una frase que dice: “Que cuando Dios quiere escondernos algo, lo esconde bien cerca nuestro”. ¿Recuerdas al protagonista de la historia de Paulo Coelho “El Alquimista”? (espero lo hayas leído) ¿En donde fue que vino a encontrar su tesoro? Como ves, nos cuesta creer que Dios nos haga maravillosos regalos y nos lo deje en la puerta. Y aun así  padecemos de una ceguera voluntaria ocasionada por nuestro escepticismo e impaciencia. Tenemos una tendencia a complicar las cosas, a darle vueltas cientos de veces a un mismo asunto, darle espacio a la duda, al miedo y terminar como el gato que juega con la lana, enredado. Cuando en realidad  la cuestión es creer, tener paciencia (espero la tengas, aunque confieso que he reprobado constantemente las pruebas de paciencia) o qué me dices de aquellas pruebas donde Dios te pregunta abiertamente: ¿Esta actitud tuya frente a dicha situación es de perseverancia o terquedad? Aunque he tratado de venderle el cuento de que ser tercos puede ser una cualidad en ciertas situaciones, pero de una Dios me saca el diccionario y me confronta los conceptos. ¡Nada que hacer!. 

En fin, es otro tema pero retomando el mini testimonio: Yo que tomo el envase, ubico el mejor ángulo de la tapa con el fin de que encaje perfectamente en la chapa, de tal manera que no se fuera a regar tan preciado liquido. Y de paso verle la cara a mi Buda con lipo que ya levitaba del desespero por tener esa cerveza destapada en sus manos. Yo que introduzco la tapa y esta que me habla. bueno, lo digo porque alcanzo a leer lo que decía alrededor de esta: Abre fácil, gire la tapa. No hice más que mirar a “Pepita“ y entregarle la cerveza destapada. Ella soltó la carcajada y me dijo: -era para ver si se daba cuenta-. Yo solo le respondí:- ¿Sí, como no?- me imagino entonces que tú no entendiste el español con el que venía  escrito. Al final, aprendimos la lección y “Pepita“  alcanzó el nirvana al beberse la mayoría de cervezas,  y yo  tratando de entender el porqué se me escapó un detalle tan simple y obvio.  ¿Miopía o analfabetismo? he ahí la cuestión. A partir de entonces, me he visto en la tarea de poder encontrar un curso de lectura avanzada dictado por Dios,para que no se me escape ni el más mínimo detalle en situaciones cotidianas.

P.D: Ábrele una cuenta en twitter a tu fe para que la sigas siempre. ¡¡FELIZ NAVIDAD CLAUDIA!!

sábado, diciembre 11

Spider out...




“The itsy bitsy spider went up the water spout.
Down came the rain, and washed the spider out...“

@claulopezgarzon: Envía SI al 2010 y dona $3.000 a #Colombia Humanitaria. únete a la #brigada digital. Funciona con todos los operadores de celular! #MinTIC

viernes, diciembre 10

Con el agua hasta el cuello


Con imágenes como la transmisión del primer paso que dió el hombre en la luna hasta la caída en vivo y en directo de las torres gemelas, proporciones como las fronteras, el tiempo y el espacio se vuelven relativas cuando todo el mundo cabe en la pantalla chica. Novelas, películas de cine, noticieros, sin importar el género, etc, se ven igual en televisión pero no lo son.

En los últimos días Colombia ha vivido una realidad que lejos de ser una película de ficción, se repite todos los días y cada vez con mayor intensidad. La ola invernal tiene literalmente con el agua hasta el cuello a cerca de 450.000 familias, un millón ochocientos mil personas, que hoy se encuentran sin hogar. Esto es el equivalente a llenar 36 veces el Estadio el Campin de Bogotá o multiplicar por dieciocho la capacidad del Soccer City de Sudafrica donde se jugó la final del mundial.

El tráfico infernal, la demora en los desplazamientos y hasta los espontáneos resfriados terminan por volverse anecdóticos en comparación con las 180 personas han perdido la vida en todo el territorio nacional, las 110 personas desaparecidas, las 120 mil hectáreas de cultivo que se han echado a perder y las principales vías del país que han quedado completamente bloqueadas.

Sin embargo, así como hay quienes han tratado de pescar en río revuelto y sacar provecho de las calamidades ajenas, también la generosidad de los colombianos se ha vuelto a crecer frente a la adversidad. Sin ir tan lejos, el portal de internet https://www.conexioncolombia.com en alianza con la Cruz Roja han creado un instructivo con varias opciones para que todos podamos ayudar. Y aunque parece de película, este es uno de esos casos donde la realidad supera la ficción.