A raíz del anuncio del retiro temporal de Steven Jobs, como consecuencia de las secuelas de un cáncer de páncreas diagnosticado hace varios años, el mundo se pregunta cuál es el secreto del hombre que puso a temblar Wall Street y por si fuera poco es el fundador de Apple.
La respuesta no es sencilla pero se aproxima a ese 2% del planeta tienen un tipo de personalidad ENTJ. Las letras son un acrónimo basado en el estudio desarrollado en la segunda guerra mundial por Katherine Cook Briggs y su hija Isabel Briggs Myers, quienes se basaron en las teorías de Carl Gustav Jung, fundador de la psicología analítica, para clasificar el proceso mental que utilizan las personas a la hora de tomar decisiones.
Según esta clasificación, de acuerdo a los 16 tipos de personalidad que existen en el mundo, con el indicador de personalidad MBTI (por sus siglas en inglés), la forma de pensar y relacionarse de una persona como Jobs, es de tipo extrovertido, intuitivo, racional y con una alta tendencia a emitir calificativos sobre las personas y situaciones. Quienes tienen este mismo tipo de personalidad suelen ser espontáneas aunque cada paso que dan sea fríamente calculado. Esto de alguna forma se contradice con el hecho de que sean altamente influenciados por la intuición, factor determinante de su personalidad. Jobs, así lo confirmaría durante el discurso que pronunció en junio de 2005 en la Universidad de Stanford, donde para explicar el por qué de algunas decisiones, le aconsejó a los graduandos que simplemente confiaran “en las agallas, destino, karma o lo que fuera.“ Según Jobs, este tipo de forma de ver la vida jamás lo ha decepcionado y por el contrario ha marcado la diferencia.
Pero, ¿es eso suficiente para generar 33.700.000.000 artículos cada vez que se busca su nombre en google o los 292.000 vídeos que existen sobre él en youtube? De acuerdo a los estudios, las personas ENTJ nacen líderes. Es decir, hay una serie de características relacionadas con la palabra liderazgo que coinciden con quienes tienen este perfil: Margaret Tatcher, Bill Gates, Richard Nixon, Franklin Roosevelt y hasta Napoleón son algunos de ellos.
Por un lado, son personas capaces de absorber gran cantidad de información y tomar rápidamente decisiones sobre la misma. Y, aunque no sea una característica exclusiva de los ENTJ, suelen tener dificultad para entender otro punto de vista diferente al de ellos y en consecuencia, pueden volverse un poco dictatoriales. Este aspecto coincide con varias publicaciones que afirman que lo puede resultar un privilegio, trabajar con el inventor de Apple, Pixar y iPhone, puede convertirse en una verdadera pesadilla al tener como jefe a una persona que no da por sentado nada, cuestiona todo y que por su alto nivel de creatividad, no ha acabado de inventar algo cuando ya está pensando en el próximo proyecto dejando, cómo es lógico, agotada a la gente a su alrededor.
Estar a la “altura“ de un ENTJ puede ser o muy entretenido o al mismo tiempo muy frustrante. Son personas con grandes habilidades para la comunicación pero suelen encaminar las conversaciones en un pierde-gana permanente. En compensación, tienen la habilidad de sacar lo mejor de cualquier situación, se involucran en lo que creen y ya sea en lo profesional o sentimental, dan lo mejor de sí mismos hasta el final.
Para los ENTJ, como lo confirman las personas cercanas a Jobs, no hay espacio para el error aunque ellos mismos no estén exentos de cometerlos: son impacientes, odian la rutina pero tienen la capacidad de convertir una idea abstracta en un plan ejecutable. Esto los convierte en personas que pueden ser muy buenas para lograr que se proponen pero muy duras con quienes les rodean, especialmente a la hora de juzgar a quienes no piensan de igual forma ni identifican con la misma rapidez la solución a los problemas.
Finalmente, hoy a sus 55 años, a menos de un mes cumplir 56, Jobs le dice por tercera vez “hasta pronto“ a la empresa que creó. Seguramente, conociendo su forma de pensar, esta no es más que una estrategia para convertir un problema en una gran oportunidad.
