En teoría un corazón en reposo puede latir aproximadamente 76 veces por minuto, pero si se es deportista o se practica algún tipo de ejercicio, este ritmo puede aumentar e incluso triplicar los latidos del corazón. De ahí que el arte del pedaleo, además de aumentar considerablemente el ritmo cardiaco, tenga su ciencia.
Podría escribir todo un tratado sobre las capacidades físicas del hombre y de la mujer, sus niveles de resistencia, el potencial de lograr todo lo que se proponen, el mérito de no claudicar ante la adversidad, la constancia y la perseverancia como valor de quién conoce que el placer de lograr el objetivo que se ha trazado no está en la meta sino en el proceso, etc, etc... Pero lo cierto es que el éxito del arte de pedalear, ya sea en el deporte o en asuntos del corazón, radica en saber cuándo parar.
Ahí, cuando sienta que el inevitable momento ha llegado, habrá cruzado la línea de meta. Y, seguramente, al mejor estilo de Lucho Herrera, todavía sangrando y adolorido, pueda ponerse en pie una vez más y portar con orgullo la camiseta que lo identificará como el valiente campeón del Gran Premio de Montaña.
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