sábado, octubre 2

La suerte de Correa...



Es probable que las circunstancias puedan cambiar para siempre la historia de un país. Otras, simplemente se anteponen a los hechos o siembran el camino de lo innevitable.

A la edad de 37 años, con su segundo hijo recién nacido, Winston Spencer Churchill, entonces Primer Lord del Almirantazo del gobierno británico, apenas saboreando las mieles del poder, pensó que no bastaba con tener una de las flotas marítimas más completas del mundo, también quería conquistar los cielos aunque el sol nunca se pusiera bajo su país natal.
Su obstinación en fortalecerse militarmente le sirvió a los británicos como antesala de lo que sería la I Guerra Mundial.
Calculado o no, el camino ya estaba trazado para lo que sucedería.

Sin ir tan lejos, el pasado jueves, en Ecuador, con el desconocimiento absoluto de las leyes y la Constitución de ese país, los medios de comunicación le vendimos al mundo entero un "intento fallido de Golpe de Estado" a precio de "huelga". ¿El resultado? Ocho personas muertas, 274 más heridas y un Presidente Correa más fortalecido que el "articulito" que le permitió en el año 2007, durante su primer mandato, convocar a una Asamblea Constituyente para crear una “Nueva Constitución”.
El argumento que se expuso en ese entonces, era que había que hacer cambios trascendentales que marcarían el camino de la “Revolución Ciudadana”, como él mismo la llamó, y propuso entre muchas otras cosas, reducir el salario a la mitad de todos los funcionarios públicos, comenzando por el Jefe del Estado. Hasta ahí todo bien. Malpensados los que crean que la medida podía interpretarse como populista, aunque su ideología vaya en el mismo sentido de la del presidente Evo Morales de Bolivia, Hugo Chávez de Venezuela y a la sombra los hermanos Castro, de Cuba.

Claro, hay que reconocer que el hecho de que fuera la policía la protagonista de las protestas y no los ciudadanos, o incluso los propios indígenas, más el antecedente de los sietes presidentes que han salido del gobierno en menos de trece años, fueran la combinación perfecta para titular que una vez más, interrumpiendo el periodo establecido, los ecuatorianos iban por la cabeza del octavo presidente que saldría sin terminar su mandato. Pero ese no era el caso, ni tampoco es cierto, como algunos llegaron a afirmar, que el derrocamiento de los anteriores mandatarios,  se hubiera hecho de forma generalizada por fuera de la ley.

De nada sirvió que el jefe de Estado Mayor de la Policía, Florencio Ruiz, aclarara desde tempranas horas de la mañana, que pese a la forma, no estaban en contra del Presidente pero, a pocos días de realizarse votaciones, pedían “tumbar las disposiciones de la Ley del Servicio Público” que prohíben, entre otras cosas, las condecoraciones por el tiempo de servicio cumplido, lo cual se vería reflejado en menos ingresos económicos. En castellano, es como si a la hora de una liquidación salarial, a usted no le tuvieran en cuenta la antigüedad de tiempo trabajado en la empresa.  Eso sin contar con que el derecho a la huelga, sin excepción, está contemplado en todas las constituciones latinoamericanas.

Y aunque de nada sirve profetizar sobre lo que ya pasó, tampoco hay que olvidar a Churchill cuando afirmaba, ya en calidad de estadista,  "que no hay nada en la vida más estimulante que te disparen sin hacerte daño, hay hombres que sienten una gran exaltación con la próximidad del desastre y la  ruina".

Ojalá que la misma suerte que hoy brilla para Correa por circunstancias que jugaron a su favor, sea la misma que acompañe en el futuro a Ecuador.

No hay comentarios: