A propósito de las declaraciones de la Senadora Piedad Cordoba en el Parlamento Europeo, es innegable que tiene un liderazgo que, para bien o para mal, conlleva una enorme carga de sacrificio y responsabilidad personal, familiar y en algunos casos, política.
Sin embargo, ser "víctima" de Colombia en el exterior se ha vuelto un gran negocio y para la muestra el caso de Ingrid Betancourt en Francia. Allí, en esa ciudad, en una de sus principales calles frente a la Alcaldía de Paris, había hasta hace poco una fotografía con el rostro y la ya conocida mirada ausente de Ingrid. Esa cara le recordaba a los franceses, a los cerca de 11 millones de habitantes de esa ciudad y a los miles de millones de turistas que anualmente la visitan, que en pleno siglo XXI, su versión criolla de "Juana de Arco", había sido "detenue" en Colombia.
La sexta economía del mundo confirmaba que las noticias que leían en la prensa, veian en la televisión y oían en la radio sobre la violencia en Colombia, eran ciertas. Una de las "suyas", también había sido "victima" de la barbarie. Ojo, no de la guerrilla de las FARC, sino de los colombianos. Nada más peligroso que generalizar!
Hoy, esa misma ciudad, ese mismo país, ridiculiza en una caricatura a la mujer que dos años después de haber sido rescatada por el Ejército de Colombia, en pleno ejercicio y cumplimiento de sus funciones, en una Operación que ella misma calificó de "perfecta", demandó por una cifra "simbólica", como después quiso aclarar en una entrevista, al Estado Colombiano. Al mismo país que durante años de manera injusta fue señalado por la comunidad internacional, poniendo entre dicho el Estado de Derecho, nuestra capacidad militar, nuestra soberanía, porque hasta Francia intentó hacer rescates fallidos sin autorización del gobierno colombiano.
Por fortuna, Ingrid Betancourt no es más que una triste anécdota, pero el daño internacional sigue sin resarcirse. Los mismos países que albergaron y promovieron a quienes decian ser los abanderados de la causa Ingrid, los famosos "Comité de soutien", Comité de apoyo, siguen sin extenderle una mano solidaria a Colombia y lo que es peor, siguen prestandose como cajas de resonancia para aquellas personas que encuentran en hablar mal de Colombia un buen negocio. De ahí, que el caso de la Senadora Piedad Cordoba no deje de ser un déjà vú auspiciado por el eco de la comunidad internacional. Y, es probable. que como en el caso de Betancourt, quienes hoy encuentran rentable hablar mal de Colombia en el exterior, mañana, con sus actos, nos dén la razón...
Hoy, esa misma ciudad, ese mismo país, ridiculiza en una caricatura a la mujer que dos años después de haber sido rescatada por el Ejército de Colombia, en pleno ejercicio y cumplimiento de sus funciones, en una Operación que ella misma calificó de "perfecta", demandó por una cifra "simbólica", como después quiso aclarar en una entrevista, al Estado Colombiano. Al mismo país que durante años de manera injusta fue señalado por la comunidad internacional, poniendo entre dicho el Estado de Derecho, nuestra capacidad militar, nuestra soberanía, porque hasta Francia intentó hacer rescates fallidos sin autorización del gobierno colombiano.
Por fortuna, Ingrid Betancourt no es más que una triste anécdota, pero el daño internacional sigue sin resarcirse. Los mismos países que albergaron y promovieron a quienes decian ser los abanderados de la causa Ingrid, los famosos "Comité de soutien", Comité de apoyo, siguen sin extenderle una mano solidaria a Colombia y lo que es peor, siguen prestandose como cajas de resonancia para aquellas personas que encuentran en hablar mal de Colombia un buen negocio. De ahí, que el caso de la Senadora Piedad Cordoba no deje de ser un déjà vú auspiciado por el eco de la comunidad internacional. Y, es probable. que como en el caso de Betancourt, quienes hoy encuentran rentable hablar mal de Colombia en el exterior, mañana, con sus actos, nos dén la razón...
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